19 de septiembre de 2008
Todas las cosas no son nada para mí
En serio, vienen del septentrión.
Si unos eligen una gloria inmortal por sus libros de amorcito corazón y otros escriben como un Hemingway extasiado por tanto coger cubanas, sigo preguntándome cómo es que debo leer o escribir los siguientes cuentos:
En primera, pese a que gracias al Cervantes bajo mi brazo he expandido y limitado y bicicleteado mi concepción del erotismo, ni siquiera el hecho de estar en lugares tan oscuros y llenos de un opio y perdición modernos, como son las plazas de rebajas y centros comerciales me inspira la seguridad de que deba contar mi siguiente historia en este mundo y planeta. Y aún así un niño de esos actuales despanzurraría mi ciencia ficción de una manera tan fácil como quitar un chicle con una espátula.
Es divertido estar ocupado, pero no lo es que estemos ocupados y no podamos hacer otra cosa.
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Evidentemente usted nunca ha intentado quitar un chicle con una espátula.
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