21 de agosto de 2006

El agujero del calcetín

Supongo que en la mayoría de los blogs mexicanos de índole sentimental hay una entrada, con la misma fecha que ésta, que menciona algo del regreso a clases y la alegría que sintieron al volver a ver a la misma bola de idiotas del semestre o año anterior y hablar de los que se gregan o no se presentaron. Si yo hiciera también esa cosa, creo que mi alma se sentiría nuevamente con vida y eso no puede ser bueno. En fin, para entretenerme, hoy fue un día especial porque se me hizo un aujero en el calcetín izquierdo. No es por andar con eso de la tirada absurda y sacar de aquí algún argumento acerca de la creación de roturas, así que voy a relatar por qué considero importante este agujero: Lo imagino como un tipo de mancha voraz, si no se le hace algo, termina por tragarse el tejido restante del calcetín y va creciendo, como si fuera una chinche o garrapata de esas que se alimentan de la sangre de los seres vivos. Lo intenté coser y al parecer el agujero conocía los secretos de la hydra, porque después de la tarea en que suturaba un agujero, salían tres más que tenían que ser eliminados o el calcetín se perdería. Entonces, gracias a que recordé que el conocer el origen de los objetos podía dejarlo todo como nuevo, según lo que le entendí a Eliade, comencé a recitar:
Con hilo y aguja lo vamos a enmendar... Ya se me cansó la mano y el calcetín todavía tiene agujeros. Si se desconoce el origen del agujero no se debe coser
Y en esas andaba, recitando que el agujero fue al principio una broma del dios que nos condenó a nunca tener el hambre saciada, cuando me puse a hacer otras cosas y al regresar para coser mi madre ya había reparado el agujero...

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