27 de noviembre de 2010

Cómo se juega cuando no hay botellas cerca.

Seguramente o usted fue de los implacables que tienen una muñeca de abrerrefrescos ya sea por abrir refrescos o porque desde muy pequeño jugó el tan agraciado juego de la botellita. Como sea, dado que una botella de vidrio puede ser peligrosa para los chilpayates, y además como el plástico nunca gira bien y las mamás se enojan si usamos el termo de los niños, en las escuelas primarias hay que ponerse creativos.
La primera parte, se busca úna (acento en la u porque sólo debe ser una) colchoneta o un lugar con pasto como mínimo, luego los niños hacen la tradicional ruedita de la que salen los mandadores y los mandaderos. Luego se dan las instrucciones del juego, mismas que igual y deben explicar hasta que lean toda esta entrada si ustedes siguen  pensando que esto sólo sirve para besar al más feo de la clase.
Ya entendidas las reglas, el niño inicial dice un número mayor al doscientos, o igual puede darlo hasta el doscientos y dejarlo como clave. Entonces, la maestra se pone en medio de la rueda y rápidamente da cuantas vueltas haya dicho el niño. Establezca un máximo de vueltas porque luego los mocosos se aprovechan de uno.
Finalmente, la anatomía hace lo suyo y la mujer ésta se cae. Y adonde apunte la cabeza el niño mandará y a donde apunten los pies será el mandado. En el caso de que las piernas apunten a sendas direcciones, habrá dos mandaderos. Le recomendamos a la maestra que use pantalón porque tienden a caer despatarrajadas y luego, si de por sí la escuela ya es traumante.
Hay algunas reglas más: si la botellita llegara a vomitar, los papeles se invierten porque ahora es la cabeza lo que olerá peor.

Si se le sale un zapato a la maestra, este pie queda deshabilitado hasta que se salga el otro. Los niños deben esconder los zapatos hasta el final del juego, no se vale ponérselos de nuevo.
Debe de ser preferente mente una maestra porque generalmente es más gracioso, que es mejor ver una autoridad femenina en el suelo de vez en cuando en esta sociedad
El juego debe de seguir durante un buen tiempo para que los niños aprendan a contar hasta números más allá del cien y hasta lo pueden hacer en orden regresiva. No se le ocurra sustituirse con un alumno, pues con este procedimiento ya se arriesga, al momento de señalar al mocoso con el pie, a que la acusen de maltrato.

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