Entre otras cosas, el lunes me vendieron mi pecera y me di cuenta hasta hoy...
Yo no recibì dinero o no se lo quise cobrar a mi mamá, porque al fin y al cabo ella me la había comprado hace cinco o seis años. Aun así, no me di cuenta porque he llegado cansado estos últimos días
Luego de dos días de ejercicio en casa, llego a una conclusión: No soy el único que lo piensa, pero la flojera es eso que nos hace evitar el ejercicio. En mi caso, si lo hago en la noche me quedo despierto hasta las dos y todo vale madre porque debo despertar a las cinco. El asunto es que en mi casa hace tanto calor que si me quedo quieto me duermo, ya sea frente a una compu, frente a un libro, o lo que sea. Así que el ejercicio no nos cansa como se supone y no hay que culparlo, igual te da o no sueño, pero prefiero el ejercicio de caminar hasta el tren desde mi trabajo a paso rápido (de 30 a 40 minutos), porque hacer ejercicio en la casa es un problema: termino bailando como idiota.
Busqué en el ovidio alguna regla sobre los ejercicios y no encontré nada aconsejable al respecto, pero aprendí que hay días hasta para pegarle a los chamacos una buena chancliza sin causarles mal en el futuro, así como días en que se debe salir si quieres que poseidón hunda tu barco. Es sorprendente que esas reglas hasta te justifican de no tener que casarte sino hasta los treinta años. Debo esperar el noveno día de en medio del tercer invierno de Seuz para plantar un árbol, sea lo que eso signifique. Esto me hace amar mi horario. Pero esta será la última entrada personal, en las próximas se será más instructvo
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