Ahí tá mi abuelito, y los del 22 de abril, y ahí me encontré un muñequito vudú, y a la vuelta venden menudo. Ahí está lo que sé del panteón, ah, y lo divide una callejuela por donde venden floresitas y tiene mapas y te cobran re cara el agua...
Lo que una persona quiere cuando se muera puede ir desde ser enterrado con su chaparrita hasta pedir que avienten sus cenizas a la azotea. Eso sí, preparar una cosa para la muerte de uno parece el motivo de miles de líneas que generan historias. Pero seleccionar una piedra para decirles a otros que exististe, ser visitado año tras año por muchas personas, soportar que alguien se mee en la tumba, la raye o le ponga una bandera de Perú o ya de plano que la salte, es inmortalidad. Lamentablemente, en Mezquitán pareciera que les quiamos toda vida a los muertitos mediante la mímesis que propuso París en el arte.Ahora, junto con otros turistas, sé bien como llegar a la tumba de algunos artistillas de esos que se leen ya sea por placer o por la escuela. Y así como pasa con todo lo que no se conoce de Jalisco, sólo sé llegar en el cementerio de Mezquitán a las piedrotas de dos escritores jaliscienses. Nadie del siglo xx. El resto no sé dónde están enterrados y hay algunos a los que les gusta salir de noche. Pero supongo que nadie pagaría un "tur" para saberlo y visitarlos, ¿o sí?
Aunque en casi todo se asemeja a lugares de europa, en Jalisco, o mejor dicho, en Guadalajara, si bien es posible que haya habido un buen cúmulo de personas atractivas mundialmente (intelectualmente, o sea que no hablo de Teo Gonzáles o la miss universo), su fama se va entre la poca que tiene el estado como foco cultural y anticentro de la región. Nuestra historia se escapa entre puentes y arcos que igualan o superan a los de otros lados. De nada sirve crear por dos siglos nuestra dizque propia literatura si en otros lados realmente estamos pendejos. Yo quisiera un sistema de transporte adaptado a Guadalajara como el sistema de taxis de Tepic, pero pos a ver cuándo
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