2 de marzo de 2016

Patadas de ahogado de la educación analógica

Esta entrada no dice nada nuevo. Habla de la utilización de tecnologías en el aula. Por eso es que no dice nada nuevo.

Me permito hablar de educación analógica ahora que la señal de televisión de mi país se "modernizó" y así dejó inservibles muchas televisiones. Me permito hablar de educación analógica con la idea de referirme a la forma en que yo estudié. Me permito hablar de esto en tanto profesor que puede notar un descarrilamiento de qué sigificaría una educación digital.

Estando de visita en otro país, noté que un profesor compatriota se debía preparar el doble en su universidad para hablar de cosas que todo mexicano sabe, como la batalla de Salamina o el Tanquetazo de Chile o el Plan de Agua Prieta o el halconazo. La razón era simple: mientras él hablaba, los estudiantes podían hacer uso de la tecnología para buscar la misma información y corroborar lo que dice el maestro. Claro que es lo que se espera que suceda a nivel Maestría o Licenciatura, pues, después de todo, hay una sensación de que el dinero y el tiempo se está gastando inútilmente. A pesar de eso, ustedes, en tanto profesores, ¿Qué tanto permiten que sus estudiantes utilicen su teléfono o laptop para complementar la clase?

El problema de todo radica en que la tecnología se nos ha ofrecido como entretenimiento. La gente compra una computadora o teléfono de generación reciente porque puede hacer con ellos cosas que le divierten. Los niños piden un teléfono con más cosas porque quieren hacer lo mismo que sus amigos. Y por eso el teléfono se considera un distractor y no una herramienta. Los niños que se distraen se van a distraer siempre, haya o no una computadora o un teléfono. Yo pasaba horas dibujando enajenado en el cuaderno miles de garabatos y eso no me impedía poner atención. Incluso puedo afirmar que eso incrementó mi creatividad.

Fuera de las escuelas, a veces hay una señalización de que hay internet gratis. Pero este acceso a la comunicación no se hace en aras de crear un ambiente escolar idóneo, pues las mujeres y hombres que van a recoger a sus hijos lo usan (si tal es el caso) para revisar el Whatsapp o el Facebook, ninguna otra cosa. Ese error sigue en todas las generaciones, pues cuando se utiliza un teléfono incluso para verificar información en medio de una clase, la tentación de hacer algo más en esa interfase multitarea es inmensa. Pero el único problema de eso es que no se ponga atención en clase y tal acción entraña, para los profesores analógicos, que el estudiante está faltando al respeto. Y nadie debe molestar a un profesor analógico.

Interpretar la utilización de estos recursos como una falta de respeto debe suceder solamente cuando se está utilizando como una herramienta de comunicación, pues eso resulta tan incómodo como dejarlos hablar en clase cuando no hay una actividad planeada con los chamacos. Pero su curiosidad no debería ser detenida en aras de una educación a su propio ritmo. Si están callados y eso ya es cumplir con un requisito de la modalidad de educación, no deberíamos impedirles un aprendizaje a un ritmo diferente del de sus compañeros o el de sus profesores. Finalmente, ustedes quieren que el profesor sea un guía. El acceso a Internet hace justamente eso. Y además pone en evidencia cuando el profesor nomás bajó la clase de internet.



1 comentario: