Su casa, donde pasó la infancia, era grande. Por lo menos, tenía siete cuartos y una huerta, además de que sus padres trabajaban de profesores en un buen lugar económico. Pero tuvieron que irse de su casa por las amenazas de muerte. Tomaron sus ahorros y se instalaron en un departamento en la ciudad, con un cuarto para el matrimonio y otro para los tres hijos. Como para calmarlos, sus padres les hablaron de un caso peor: otra maestra había sido secuestrada días antes por personas de la misma calaña que estos terroristas y su familia recibió una recomendación por teléfono: "Ni la busquen, ya la pusimos en ácido".
Esa casa, seis veces más grande, sólo pudo venderse a menos de una sexta parte de lo que costaba, pero la familia no encontró otra opción y tuvo que venderla para seguir viviendo en una zona segura con ayuda de Dios y del gobierno. Viven en la zona "segura" hasta ahora, a pesar de que ya hace ocho años Estados Unidos intervino para derrocar a Hussein y otorgarle algo de autonomía a Irak. ¿Pensó usted que hablaba de México y llamaba terroristas a los narcotraficantes?
Mi estudiante era de Irak y soltó su historia en una de las clases. No podía regresar a su casa porque estaba en una zona peligrosa y ya no podría regresar porque su familia tuvo que malbaratarla para sobrevivir. Eso me suena tanto a México, donde hay colonias y zonas que cada vez se ponen más peligrosas, donde vemos anuncios que venden casas originalmente de 160,000 por sólo 80,000.
¿Usted disfrutaría de un paseo nocturno por regiones, municipios y barrios de México como La Ruana en Michoacán, Tepito en el DF, o Polanco en Guadalajara? ¿Ha salido con joyería de oro puesta o exhibe su teléfono en la calle cuando va por lugares que no conoce? ¿Usted no tiene miedo de agarrar caminos libres a otras ciudades o pueblos en determinados horarios? ¿Ha comenzado a cerrar las ventanas del auto para sentirse un poquito más seguro? Usted tiene la libertad de moverse por todo el país, es cierto. Pero usted se expone a tantas variedades de crimen al salir de su zona segura, que finalmente sería su culpa si le pasa algo, tal como podía suceder a alguien en Irak.
Oficialmente, no hay una guerra en México. ¿Por qué le temen a la palabra guerra cuando desde hace tiempo se nota una recomendación similar al "Keep calm and carry on"? Los medios de información nos dicen cómo sobrevivir y protegernos, cómo proteger y racionar nuestro dinero, cómo impulsar a los grandes comercios y pagar impuestos. Pero no nos dicen que estamos en medio de una guerra en donde la juventud muere y desaparece por fuego cruzado; o peor: se vuelve carne de cañón. De la misma forma en que la impunidad en nuestros gobernadores se llama ilusión paranóica de los opositores.
Oficialmente, el cambio está en uno, aunque no podamos movernos libremente y sin temor por nuestro país, el cambio está en uno. Por lo menos, nadie contempla todavía que el cambio esté en solicitarle a Estados Unidos que "pacifique" nuestro territorio.
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