4 de septiembre de 2007

Cuestiones de estilo

Esto, lamentablemente, no es un prólogo brillante o esmerado acerca del gran tipo de la narración del hombre chillón de cuello largo que necesitaba un nuevo botón. Por más que quisiera mejor hablar de los ejercicios de Queneau, me debo dedicar a hablar de la palabra estilo.
La razón de esta entrada fue porque alguien, en el buscador, puso como palabras clave cómo tener un estilo propio, lo que quizá esté problematizando a muchos de esos que llamamos nuestros mexicanos y no nos importan más que en las charlas de dominó y café. Sea, pues, necesario decirles que el término estilo es uno de los que más significados tienen en nuestro idioma, ya que ha adquirido un valor de "la manera de hacer una cosa" y se ha despegado de significar sinecdóticamente la manera de escribir de una persona: es lo mismo decir "el estilo de Juanito González" que "la pluma de Juanita González". Entonces, se puede decir que, desde que nacemos y se nos causa el llanto para extender los pulmones según dicen las lenguas médicas de mi familia, tenemos un estilo propio para llorar y pedir comida en tanto que, aunque pertenecemos a la misma especie de seres vivos, no somos igualitos. Entonces es difícil saber cómo es que le dan los buscadores un click a mi sitio en buca de respuestas, digamos, si es una persona que busca un estilo de moda para gordos porque se cansó de usar tirantitos y decir de vez en cuando mírelo eh. O si buscan un estilo sexual en el caso de esos seres afectados tanto por la libre traducción como por el doggy style. Entonces, como conclusión, odio que la palabra estilo haya llegado al punto en que es válido decir que tenemos un estilo propio de entender cada palabra, pues para mí, que no me interesan los estilos de peinado ni los estilos arquitectónicos, ni el estilo americano, mucho menos si tengo un estilo propio. Probablemente yo tenga un estilo propio para sacarme los mocos porque, además de que es mi nariz y son mis dedos, requiero de inclinar un poco la cabeza hacia la derecha, pero probablemente tendremos un estilo propio cuando dejemos de preguntarnos si tenemos un estilo propio. No es que, señoras mal interpretadoras, me vuelva yo un conformista en lo que se refiere a un estilo, sino que tengo conciencia de que la búsqueda de un estilo propio no se logra al buscar la imitación de los estilos de los demás, sino al observarlos simplemente. Suficiente de terapia de autoestima por esta entrada.

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