9 de octubre de 2008

Maldita sea la perra, la perra de Herbalife

un pin naranja, ya me decían que nunca creyera en las personas que usaran un emblema o identificación de este color, pero nunca hago atención: Pues ahí tá que a mí un día venía recitando y acordábame de unos versos de die Prinzen sobre un par de salchichas tipo viena y mosqueteros, más exactamente, el coro:
Doch dich gibt's nur einmal für mich, einmal für mich auf dieser Welt...
Y entonces una señora de rasgos junkies se me acercó con algunas palabras a manera de convencimiento. Yo me pensé para mí mismo que me hablaba:
Hola, te ofresco una invitación para...
Pero mis manos ya estaban buscando una moneda en mi bolsillo porque creí que me pedía cinco pesos para su viaje a Junky Town pero sólo eran sus palabras una monotonía que terminaba con las palabras club de nutrición. Para esto, yo antes venía dogdigguibestando mientras buscaba en mi mochila una torta de frijoles con chorizo y queso derretido que había enlonchado antes de mi salida del hogar y fue cuando esta señora junkie me molestó que empezaba yo a quitar los trocitos de servilleta del lonche, lo que me recuerda mucho algo de mi infancia. La señora no tomó el asunto del lonche como una indirecta y yo no noté que pude haber lanzado una indirecta sobre el club de nutrición. Pero aunque las cosas esas de pertenencia no son lo mío decidí que la señora me diera la invitación de su club de nutrición.

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