11 de octubre de 2008

Maldita tres veces y no vuelvo

Y la bebida más sofisticada pero ancestral es una chocomalteada que ganó el premio Nobel o algo así. Pero yo sólo escuché porque no quise preguntar, obviamente, y me quedé con la duda acerca de cómo una empresa o persona podría ganar un premio Nobel con un licuado. Pero pareciera que fue por un pensamiento de influencia mundial que decía: "Estamos tirando el mundo por un caño sin sábila. Pronto, tomen mis licuados". Pero comprar esta bebida sería como comprar el libro y pedir el autógrafo de Vargas Llosa o Gabo o Paz: pua mercadotecnia política, verdá e ió. Finalmente, la pregunta de si gustaría volver con los Junkies y tener ojeras tan extrañas como esa invitadora señora Junkie.
Es gibt Motoren in denen acht Zilinder vibrieren...
Vino, además, el autobiográfico discurso de la persona-testigo-invitadora. La pobre tenía halitosis, colitis, alergia a todo y, aunque no lo dijo, el tener un brazo más desarrollado que otro indicaba que le gustaba apretar el papel por el movimiento rectal anticursera que se cargaba, además de que su forma de caminar hacía notar que disfruta del reguetón pero después de un accidente ha comenzado a cambiar a la música pop. Y esta presentación de los tres vasos de agua le arregló hasta el olfato a la pobre (en un tiempo anterior, cuando la tienda diagonal club no existía y eso sólo se conseguía en el mercado negro o con la vecina que vende tuppers), que además era estudiante de nutrición en sabe qué escuela o probablemente salió ya de la carrera. Pus si esto hace milagros, yo no los requiero tan rápidamente como la Junkie, que por mi impavidez parecía hasta sudar frío. Pese a que no tuve una clase de ética en mi carrera, creo que yo no recomendaría un libro a partir de alabanzas y perfecciones milagrosas, o no hablaría tan bien de un libro exageradamente producido en serie como los licuados esos. Y siendo nutriólogo vendo complementos en lugar de balancear una dieta en maneras más naturales y sin necesidad de una sofisticación Puse mi fe de tres o cuatro años de estudio en un producto dudosamente natural. No cabe decir que lo más sofisticado que vi en ese lugar fue el filtro de agua, pues era de esos que tien deposito para soya y cáscara de coco para saborizar el coco después de la ósmosis. Y sobre su alergia quesque a todo y su curación milagrosa porque su cuerpo se hizo fuerte, qué clase de persona dice esto a otra que conoció minutos antes en la calle... Pero bueno, de la pregunta, le dije que si las demás bebidas de los otros días fueran también gratuitas, entonces sí; pero me respondió que ahí nada se daba gratis. Y con esto entendí que tenía que pagar dinero por llenarme de agua, y que esa pregunta de gustas probar, posterior a la demostración de precios para miembros del club fue una vil embaucada de la que me pude salvar de regresar a mi antigua actitud del si no es gratis no lo quiero. Me vendieron algo, no por sus argumentos tan batibles, sino por distracciones mías. Y encima ni una maldita diferencia noté, hasta el día siguiente amanecí extreñido.

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