22 de junio de 2009

Discurso del acto académico.

No es para conocedores, pero para que quienes sigan interesados no me lo tengan que pedir. Leído en el acto académico cuya fecha no recuerdo. Y también para los que no fueron:
Adiós, voy a partir, en breve tiempo Voy a cerrar la puerta.
Directora de la división de Estudios Históricos y humanos, Directora del Departamento de Letras, maestros, compañeros, familiares que nos acompañan, amigos todos, me pregunto si en verdad este evento es una despedida de la escuela o, por el contrario, es la señal de que regresaremos nuevamente a un lugar en el que ya hemos estado antes: ¡qué afortunados somos al tener hogares, y, aun mejor, hogares con ventanas! [Bueno, así lo escribí, ya qué] Si una que otra clase no me falla, la palabra hogar tiene un origen muy estrecho con el cálido fuego que la familia prende para evitar el frío de la noche. Por las ventanas, desde fuera, notamos, si hay luces, que la familia está despierta. He leído en otro lugar que cuando hay una ventana con la luz encendida, podría significar que se está esperando el regreso de una persona. Me ha gustado, para este discurso, la idea de una ventana que muestra impaciencia y mira insistentemente su reloj, Aunque en la realidad, y con estos tiempos, esa luz sólo significa que alguien se está desvelando por tareas, o por festejos, o para terminar el discurso a presentar el día siguiente. Como sea, nada mejor que una ventana con las luces prendidas para simbolizar a nuestras familias, aunque se dé el caso de que en la espera se hayan quedado dormidos y, por si fuera poco, con la tele prendida. Pero el detalle es lo que cuenta: desde hace cinco años están esperando algo de nuestra atención o simplemente, desde hace dos años, desde que el vecino ya terminó otra carrera, nos preguntan día con día que para cuándo nosotros. En estos cinco años, esa luz asomaba en la ventana todos los días porque, incluso en el hogar, estuvimos siempre en la escuela por pensamiento, palabra, obra y omisión, pero nunca preferencia. Y fueron cinco años en los que hemos cambiado como cualquier ser humano cambia por las reflexiones alrededor de la lengua y la literatura, desde los primeros días de clase hasta los últimos. Una vez de vuelta en el hogar, sin duda, agradeceremos la paciencia, hablaremos de vez en cuando sobre nuestro viaje lleno de sirenas, monstruos, extraños, brujas, músicos, tormentas, caídas, árboles sonámbulos, maestros tres veces maestros y otros seres maravillosos y a la vez igualmente fieros, como son los choferes de autobús y los vendedores de libros. Al final de nuestra historia, para ahorrar luz, apagaremos el foco, la tele o la fogata. Y según se acostumbre, también nos quedaremos a lavar trastes o a cumplir nuestras otras funciones en la familia. Por más que intenté evitar la cuestión de para qué sirven las letras hispánicas, vaya pregunta dirigida a nosotros repetidamente por casi seis años, desde antes de entrar; me fue imposible salir sin una respuesta para ello. En resumen, servimos para todo, nomás dennos unos días para entenderle. Éramos antes de entrar, y somos todavía, personas interesadas por la lectura, que es considerada en la sociedad como una actividad de ocio. Pero esta carrera nos enseñó distintas formas de hacer una profesión con dicho ocio. Por una parte, nos encargamos personalmente de que todo lo necesariamente escrito en la sociedad, sean libros, noticias, recados, contratos, mensajes y hasta recados, comuniquen todo lo más claro que se pueda; y si no, nos encargamos de enseñar a otros cómo hacerlo. También podemos observar distintos elementos y fenómenos de nuestra lengua, hablar, después de estudiarlos, de las diferencias entre la manera de hablar de un pueblo o de un grupo de personas y también evidenciar y encontrar las leyes de formación de otras lenguas que en muchos casos están en peligro de extinción. Diccionarios, traducciones, estudios sobre cómo decimos determinadas cosas, todo lo que puede tener relación con nuestra lengua y otras, también puede ser nuestro campo de acción. De la literatura, el campo más estudiado, junto con el placer de una lectura, incitamos a una lectura más crítica, detenida, objetiva, digna generadora de reflexiones y formadora de la cultura y formas de pensar. Enseñamos y aprendemos, en fin, a hacer una mejor sociedad. Y pensar que, con todo lo que podemos hacer como pilares culturales, la cantidad de chistes sobre nuestra carrera y profesión es casi nula. Aunque usted no lo sienta, hay empresas y personas que pagan por esto y más. Sin duda hay otros campos en donde comenzamos a ser buenos, como la creación literaria, la edición, todos esos trabajos donde piden excelente ortografía, talleres para niños, guiones de teatro y telenovelas, canciones y descripción de artículos. Y lo que más ha de sorprendernos es que, pues tal como vemos en los pasillos a gente de otras generaciones por salir, la vida laboral de hoy en adelante continúa siendo un pasillo de dimensiones más grandes, digo con algo de orgullo que veo todo este pasillo está lleno de egresados de esta licenciatura. Lo último en que he de reflexionar es en que nuestros maestros, tres veces maestros, fueron alumnos que tuvieron maestros de la misma calidad que tienen ellos. Estamos cerca de ser compañeros de trabajo de nuestros maestros, para continuar haciendo buenas investigaciones, buenas obras literarias, buenos trabajos de diseño, buenos planes de clase, buenos rescates de lengua, en fin, un buen legado para el futuro y un buen resultado para nuestros maestros y familiares. Por esto, Directora de la división de Estudios Históricos y humanos, Directora del Departamento de Letras, Señor maestro padrino, Señores maestros presentes, familiares que nos acompañan, personas que apenas van entrando, y personas que voltearon a ver quién entraba; amigos todos; además de reiterar el agradecimiento por tener siempre el fuego cerca de esa ventana y correr alegres para abrir la puerta, además de agradecer la comprensión y el esfuerzo por tolerar varios de nuestros derrapes escolares, sólo me resta asegurarles que esta espera, más larga que la de los vecinos, será en el futuro muy provechosa y presumible. Amigos compañeros, si es que deciden volver a salir y dejar que la ventana teja y desteja hasta su regreso, pongan focos ahorradores.

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