29 de mayo de 2013

Últimos instantes creativos en Lille

Para no poner cada tres minutos un mensaje en el muro de Facebook o en el tweeter, mejor una entrada sobre el ya me voy. Por acá está el dicho de que la gente llora dos veces, una al llegar y otra al irse. Si unimos esto a la frase mexicana "yo ya fui y vine"...

Lo malo de traer ropa buena y rendidora desde mi país, es que ahora ya no sé cuál dejar.
Y recuerdo una vez que ayudó mi mamá a mi abuelita a vaciar su cuarto. No quería tirar nada.
Lo bailado no me lo quitan, pero la pista de baile se tiene que regresar como estaba.
Ese pegamento no daña la pared, decían, y se quita bien fácil, decían.
La pared tiene tumbao...
Nota: no soplarle de nuevo a la pimienta.
Quizá la gente desahuciada en España se suicidó por la flojera de limpiar la casa.
¿hay un gato en esa ventana? ¿estoy buscando con qué distraerme?
Deja tú el calcetín, ¿dónde quedó el otro zapato?
Mi abuelito las doblaba así y las hacía nudo.
Yo lo llamaba la cajita de las bolsas, pero ¿era una hielera o para qué debía servir?
Una garrafota de jamaica, por favor.
Y dejé mi mamajuana en casa, seguramente estará ultra añeja.
El problema de viajar es que luego lo inundan los nombres de otras cosas a visitar: Mezquitán, Petra, Zurich, Tanger, Pisa, Tesaloniki, Nimes, Los Ángeles, el DF, Tequila, Ahualulco, Cempoala y Nochistlán.
Le debo pedir amablemente a la que me movió el tapete que me diga dónde lo puso.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario