21 de octubre de 2007

Una misma lengua

Hay algo que nos hace aferrarnos a la cuerda cuando miramos hacia abajo. Quizá esta idea sólo sea cuando se sube y tememos volver a un inicio. Nos aferramos, ni se sube ni se baja, sólo mantenemos nuestro miedo en ese lugar e incluso hacemos nacer los instantes de nuestra vida desde ese mismo sitio. ¿Se siente lo mismo cuando uno, desde arriba y con un completo desconocimiento de haber estado abajo, va recorriendo su cuerda? Jugamos en una misma lengua. Todos. El problema es el juego que se ha vuelto distinto en cada uno de nosotros. Hablamos siempre como un juego y cuando nos toca emitir un juicio serio preferimos que sea otro el que comience. ese es nuestro juego. Pero el que comienza nos dice que el camino es distinto y tememos decirle que así no se juega, no explotar en el juego pero volvernos pasivos. El problema es entonces existente cuando hay muchos expertos en el mismo juego. Ya no sé lo que digo, pero quizá el lector pueda ser mi pastor y que a esta entrada nada le falte.

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