25 de noviembre de 2007
Tener cara de...
Hay ocasiones en que uno simplemente quiere llenar las lineas de una encuesta, que se nos abriera la selección múltiple y de ahí en adelante. Pero cuando hay miles de estantes con libros, las selecciones es lo menos que uno decide.
Maldita sea la FIL, señores.
Lo digo porque este evento ha mermado mis bolsillos hasta el grado de que acabé con mis ahorros y con aquellos que tenía destinados al mantenimiento y chequeo de mi agua de calcetín, léase, mi pecera, cuyos niveles de nitratos y parásitos es elevado o eso supongo porque ya presencié una baja con una betta hembra que sólo comenzó a respirar muy rápidamente, la saqué tres horas después y coloqué en agua al 50% de agua nueva. Murió al día siguiente y no tardó mucho en descomponerse. Quizá deba quitar esa piedra de uranio... En fin, si de presupuestos he de hablar, se me puede leer en la cara la pobreza.
En fin, para los que me han preguntado qué jodidos pude comprar en esta FIL, he de decirles que vayan mucho a preguntarle a otro, pues de mí no ha de salir recomendación alguna sino hasta que pase la FIL y no me remuerda el pensar cada que abro distinto libro que pude haber comprado muchos otros títulos equivalentes y me fui por las opciones más invariables. Quizá por eso sea que me gusta más un puesto chico y con horizontes ya limitados, como unas antologías de literatura en general. Y es que ya, hurgando en una sola mesa, incluso de libros viejos, es más fácil elegir lo que vamos a llevarnos y nos va a gustar simplemente porque eso era lo que había. Y el dinero no ha de mermar ni será considerado tan desperdiciado. Es decir, duele no haber ido casi nunca al maldito cinépolis y mesurar mi hábito por beber agua, mantenerme lejos de vicios que merma dinero como la cerveza, el cigarro, el yo-yo chino y el dominó, caminar de vez en cuando hasta mi casa o hasta la escuela según mi cálculo de dineros y tiempos, hacer trabajos a computadora y elaborar proyectos infructuosos para la SEP (vía mis tíos) a cambio de dinero, para haberme acabado el ahorro hecho durante casi nueve meses (con una merma a éste de ca. 700 dólares gastados en inolvidables jornadas de Literatura y ya se me olvidó qué otra cosa en Yucatán ) en menos de dos días de FIL... Es decir, señores, que si mañana me surto nuevamente de transvales tendré, con un gran optimismo, doscientos pesos para el resto de mi semana en FIL.
Es cierto que no todo es quejas acerca del dinero, sino que también es una pinche queja en contra del que se supone que es mi presidente federal. Ya ni la chinga, me dejó parado como manifestante lopezobradorista en la entrada de la FIL. Si me hubieran dicho que me necesitaban para que hubiera greñudos y estudiantes o de preferencia estudiantes greñudos en la foto de los inconformes, la cosa cambiaría.
Pero la verdad es que el presidente no merece unas líneas por parte de alguien de su pueblo, luego no faltan lectores de Mazatlán o Zacatumapú de los dolores, quién sabe de ónde salgan esos partidarios y militantes, y luego en mi blog se arma una rechifla de grandes y chicos y no quiero eso. Entonces, tengo cara de pobre.
Y que el presidente ojalá no vuelva a la FIL o que sólo venga en un día que no interrumpa a los que van a comprar. Digo, deberían de multarlo las librerías, pues les hizo perder tres horas de ganancias.
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