20 de febrero de 2008

Secreción

Pues la historia se resume a que no pude evitar, dado que no discuto los malos gustos de los otros por equivocados que sean sus actos, que unas personas allegadas a mí compren un libro de más de trescientos pesos o cerca de doscientos setenta ya con el descuento. Uno que además de pobre es mantenido sabe valorar los precios de los libros, especialmente si se invierten setenta pesos por semana en este vicio porque invertir un poco más implica quedarse sin otros necessaires propios del parasitismo. El asunto de ahora es que cuando yo compro los libros lo hago porque tienen un tema medianamente definido a través del título o cuando medianamente he leído o sé algo del autor que tratan o que escribe el libro; Pero casi trescientos pesos por un libro de esos de superación mental ya tiene que ser mucho. Y si ya hicieron el gato y me lo ponen a leer en una reunión y si no hiciera tal tendrá que escuchar la historia de cómo encontraron a la vecina metiéndose con el de la tienda para pagar lo fiado o sobre las siemprevivas memorias de mi tío cuando estuvo en la escuela y su insistencia en que yo hable de Caji en mis novelas. Entonces tuve que chutarme una doscientas página en couché con tipografías de 14 o trece puntos, encuadernado en pasta dura, con guardas de papelito texturizado rojo cuyo nombre desconozco y sábana, al parecer, también de couché, con un trabajo de relieve en la parte frontal. Por si ustedes no han habido tal desgracia, la de leer un librito de autoayuda, sepan que todos estos tienen varias características en común: Tienen títulos estúpidos que hacen las veces de anzuelos para los entes estúpidos. Responden a las angustias existenciales de la gente diaria (por qué estoy amolado/ feo/ pobre/ triste/ gordo/ oprimido/ discriminado/ llorón/ atareado/ perdido/ endeudado/ angustiado/ molesto/ hambriento/ enfermo/ solo/ chiviado/ yéndole a las chivas/ Ad nausea) con una concepción básicamente creíble que se resume en: es tu culpa por hacerte pendejo. Hablan con un respaldo científico tan creíble como los comerciales de fajas reductoras con imanes en las paprikas o los extractos de fibra de chía. No garantizan los resultados sino hasta el final del libro o hasta las tantas semanas de una exhaustiva práctica de los conocimientos milenarios del señor del monte de las piedritas adentro de los tenis colgados de los cables de la luz, o de la virgencita que se apareció en el pie de atleta de una señora de Tonalá Aportan un cierto tipo de conocimientos que le permite al lector hacer un tema de conversación a partir de los puntos del libro y sentirse superior hacia sus interlocutores: yo sé y te voy a decir. Supongo que tengo estoy tan feo que todos me quieren poner a leer un libro de este tipo, incluso un señora en la calle me regaló una guía de la creación y sus refutaciones hacia la evolución y mee lo quería vender en cinco pesos pero yo le dije que lo tomaba de a gratis o de lo contrario sería simonía lo que ella estaría haciendo; y después de unas cuantas revisiones al catolicismo en la voz de rius, me ahorré cinco pesos por argumentos falsos. Es total que me dieron ese librito moda de rhonda byrne y lo leí mientras hablaban mal de los borrachos y enaltecían la bondad del carnicero por dar carne buena y no de donde se echó la vaca. Probablemente sólo me quieren en la lectura antes que refutarles sus ideas y explotar sus memorias, pero este libro fue una basura: En primera, se supone que te hablan como veinte idiotas, entre ellos los motivational speakers y filósofos y otros que necesitaban una publicación más en el currículum y meten en el libro la existencia de una ley de atracción universal que carece todavía de explicación en la física moderna y otras cosas por el estilo. Es decir, hay algo en el universo (Un dios, una vaca, un sapo, uno de tus ancestros, un angelfito guardián) que te hace caso (no estás solo) pero como vive lejos (unas tres o cuatro semanas luz de distancia)debes decirle mentalmente (o como quien arthurceclarkea, a través del enlace filótico) que te envíe felicidad y lo que quieras. Es decir, gastar cerca de trescientos pesos para que me digan cómo hacerme digno de la lengua del universo cuando por cuarenta pesos puedo comprar en una tienda de libros usados una gramática del élfico. Lo rescatable, pero no por lo que implica en sus señales del universo o similares, es de lo que respecta al cómo pedir a través del juego de positivos y negativos en el lenguaje, pues si se supone que si lo quieres o no (quiero o no quiero pisar caca de perro en esta semana) lo vas a recibir (tener un mal día), el universo se complica entonces con el idioma español mexicano con cosas como no quiero que le pase algo a mis hijos porque no quiero que se me mueran, no quiero que me traigan un hot dog porque me le ponen chile, o no quiero que me cargue el payaso. Es decir, el hablar con el universo resulta un mero esfuerzo de hablar correctamente, sin pronombres ni proclíticos ni antricismos ni metáforas ni lugares comunes. Mal libro, sólo porque no me pagan para opinar de él. Para los que buscan alegría en el vacío de esas páginas (y éstas), haré de DJ y les dejaré la siguiente canción
DJ Tranzas - Como ...

1 comentario:

  1. Creo que tienes razón, no hay ningún libro de autoayuda que supere a matar el gusano, eso saca de la depresión a cualquiera... ¿tons qué matamos el gusano?
    "arriba la blusita
    abajo el pantalón
    y ¿cómo se mata el gusano?
    se mata así"

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