No he de ser el único que se ve motivado a leer por culpa y causa única y exclusiva de la escuela, pero tal característica es una debilidad por la que yo no estoy orgulloso. Es cierto, señores, que el tiempo existe como tal y no lo podemos doblar a nuestro gusto porque el parpadeo y tic-tac no lo medimos nosotros, sino aquellos que reclaman el no ponerles atención después de cinco minutos. Acaso, pero sólo acaso, los débiles no existimos para escribir...
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