21 de noviembre de 2006
De ars erotica 2
No logro recordar lo que puse en la entrada de ars erótica, pero esto va un poco más enfocado a mis reflexiones acerca del temario del quinto CONEL, que al parecer versará sobre la ruptura del canon.
¿Qué se puede definir como un erotismo no canónico? es decir, corríjanme, pero todo lo que se hace debe llevar un principio fundamental que radica en el aumento de un estímulo. Las tantas posiciones, aun cuando se realicen entre personas deformes o lisiadas, son canónicas desde el punto en que son conocidas.
De esto, tenemos tantos chistes que versan sobre las posiciones sexuales y los menesteres del juego previo, que podríamos llenar el blog con tales cosas. Lo que le queda al no-canon sería entonces aquello que todavía no es conocido, pongamos por ejemplo a mis vecinos imaginarios: en la casa contigua, se escuchan, en algunas noches, golpecitos y suspiros fuertes, como si la cama, que imagino de madera, fuera un transmisor de los embistes que ellos llevan a cabo. igual y eso se escucha también en un hotel como el Hotel León (una disculpa a las delegaciones que consideraron que tal hospedaje era una ofensa a su integridad, pero -tengo entendido- hay agua caliente, las puertas cierran bien y las camas son de calidad aceptable, además que, desde que Rulfo lo dijo, el cansancio es el mejor colchón), pero lo que sucede es que tal acto fue único, no por el escucha, sino porque los actores poéticos comenzaron a usar un espantasuegras.
Entonces, en ánimos de definir la ruptura de un canon, pachebeliano o no, el erotismo debe de hacerse a un lado, al igual que el resto de los elementos, según yo, el canon no está definido como un de los renacentistas para acá o un los seguidores de Jolette (o de cualquier persona que cante horrible y tenga seguidores, como Wittgenstein, Storni o Montesori) no estamos en el canon. No podemos hablar de la ruptura de un canon a no ser que cada crítico literario defina su propio concepto de canon y de ahí decida romperlo al decir que ya nunca va a tomar leche pasteurizada desde la espalda de su objeto de deseo y le va a entrar algo más pesado: la cajeta de leche de cabra.
En fin, esta entrada fue hecha en parte para que no se dijera que yo soy de los moralines, pero lo que digo es que, para hablar de un escritor que rompa el canon cuando los métodos de análisis como la sociocrítica y las teorías globales, junto con otras, ya han establecido que cada texto posee sus propias reglas y se debe analizar el texto conforme a éstas, se necesita o mucho ingenio o mucha omisión tanto teórica como práctica. Es decir, en un acto sexual, si se analiza como un cuento ruso, nos daremos cuenta de que la parte A siempre guardará una relación con la parte B, y si le aumentamos la presencia de una parte C y otras que sucesivamente se pueden nombrar con el mismo orden alfabético usado en los huracanes, las relaciones siempre se pueden estudiar. Se ve difícil estar escuchando la palabra transgresión durante todo un congreso, estar escuchando los miles de discursos que surgirán acerca de la necesidad de justificar un pensamiento obedeciendo al canon, estar, en fin, viendo a otros compañeros hablando sobre su tema de estudio partiendo de la definición propia de un canon que se debe romper.
Y mientras tanto, del arte del erotismo, sólo me queda por rogar que el espantasuegras se calle pronto.
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