13 de julio de 2007

Beta, o la historia de otro Celular perdido

Imagine usted, animoso lector desquehacerado, que se encuentra a una mujer en un sillón, sin dueño aparente y usted comienza a buscar entre sus poros o sus labios o sus brazos o sus piernas un rastro del dueño anterior. Inferir lo que el otro come, el perfume que usa, aquellas partes específicas en las que la grasa de los dedos deja una huella o donde la saliva se resiste a quitar su marca del antecedente. La opción es darle un buen baño a la mujer y dejarla irreconocible para el dueño anterior, es decir robar así a la máxima descarga, o esperar que el dueño se comunique para ver si usted, señor todo piadoso, digna deshacerse de la mujer después de un momento de apego y manipulación. Con este párrafo, llego a la conclusión de que un celular no es como una mujer, lo cual me alegra porque no recibiré un correo de cadenita que me diga las similitudes y diferencias entre una herramienta de comunicación y envío de datos y un celular. Y si lo hacen o ya lo hicieron, note usted, lector, que nuestro mundo está falto de creatividad Se siente lo mismo cuando uno se encuentra un celular o cuando se pierde uno? Sólo se piensa en que cuando lo perdimos no lo regresaron y queremos hacer lo mismo, o se piensa que se debe regresar, el caso es que tenemos en nuestras manos algo con lo que no nos identificamos porque simplemente no es nuestro. Quién decide lo que le corresponde a cada quién, no lo sé, probablemente sea la necesidad o el sentido de ésta el que nos haga decidir qué hacer con cada situación. Y esto nos lleva a preguntarnos por qué las necesidades, como las de una nieve de determinada marca o de determinada sopa instantánea nos es inculcada por nuestros padres y amigos y desconocidos?

1 comentario:

  1. mosieur... tanto para decirnos que volvió a perder su cel?... ud tiene problemas con la tecnología.

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