22 de julio de 2007

honni soit qui l'y pense

¿Podemos tachar a una persona bajo determinados valores porque su forma de actuar jala un gatillo o se atora en una fibra de nuestra mente? ¿Somos inocentes de pensar siempre lo mismo de una persona desconocida? Ya no puedo inventar palabras cuando otras siguen retornando a mi mente, siempre usadas sin pensar realmente en lo que estamos diciendo. No los quiero llamar lectores si ustedes no lo són, así como no quisiera llamarme poeta o escritor cuando sé que no lo soy. Quizá ante la sociedad sí lo sea, quizá sólo merezca un plato de comida y después ser ignorado y mandado lejos porque los poetas dañan. Cómo llamar a alguien un amigo si esa palabra cambia para cada persona como muchas otras también lo hacen?¿Qué es inmoral o cruel para mí?¿y para ellos? De lo que estoy seguro es que nadie disfruta los bostezos de la misma forma que yo y que muchos los disfrutan mejor que yo. ¿Pero qué tiene que ver todo esto con el título de la entrada? No sé. Es una parte de mí que me dice que lo que juzgo malo no lo es para otros y lo que no juzgo malo sí lo es para otros, si yo veo un acto y lo interpreto como algo es porque tal pensamiento está en mí y no en el acto en sí. Entonces sigo viendo que está mal o bien, pienso en lo que esos trabajos harán después de la sociedad, pero, ¿y si toda esa conspiración llena de trabajadores de pavimentación, drenaje, gatos, mayordomos, testigos de Jehová, reparadores de computadoras, meseros y jefas de meseros de Samborns, locutores y vecinos, todo eso está solamente en mi cabeza?

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