What might have been is an abstraction,
Remaining a perpetual possibility
Only in a world of speculation
- T. S. Eliott.
No se descubre lo absurdo sin sentirse tentado de hacer un manual de felicidad.
- Albert Camus
Las didascalias de las obras de teatro dicen, entre otras cosas, qué posiciones, emociones, gestos y actos deben realizar los personajes. Es así que el espectador puede observar en una representación teatral las caídas, los golpes y otros movimientos similares a los de su vida, y terminar por demostrar su conocimiento en una carcajada; esto quizá después de que tuvo una reflexión concienzuda o simplemente porque se ve rodeado de gente que ríe. Cuando salimos del teatro, vemos que las didascalias desaparecen de la misma forma en que la música desaparecería de un salón de baile y quedamos estáticos, buscando acomodarnos de nuevo en el espacio donde sentíamos que estaba la felicidad.
Quizá ahora que reconocemos nuestra tristeza involuntaria, vemos que nuestra vida necesita de una didascalia que nos señale aquellos momentos cuando debemos sentirnos felices. Albert Camus, en El mito de Sísifo, menciona que “Hay que imaginarse a Sísifo feliz”(1999,160), pero la felicidad de este personaje ante la tarea eterna e inútil de subir una roca para después caer y volver a subirla termina dependiendo de cómo el lector interpreta esta didascalia de la felicidad.
El problema de buscar definir la felicidad de Sísifo es complicado si tomamos en cuenta que, sin música, ni teatro, lo que nos queda para encontrar la felicidad es un mundo terrible donde nos rechazan los transvales y nadie sonríe. Tal vez la felicidad no sea posible de alcanzar en nuestra vida diaria y, por eso, debemos escapar de ella. Menciona Giovanni Papini en El hombre que no pudo ser emperador:
[…]vilísimo lector, pobre diablo delgaducho que estás aquí leyendo páginas, escuchando los latidos de la vida de otro, porque no sabes realizar actos, porque no sabes vivir por tu cuenta.[…]tú recorres con los ojos estos signos y tu almita sonríe o lloriquea, ve o entrevé, según los signos despierten a la fuerza tus imágenes soñolientas. (1971,119)El instinto del ser humano siempre será este estar en los mundos de otros para, posteriormente, formar otro mundo u otra perspectiva en donde se puedan poner las didascalias y descripciones que les plazca y todo suceda tal como lo escriben. Ezra Pound, en El clavado, exclama: “Cómo quisiera bañarme en extrañeza: / Estas comodidades sobre mí amontonadas me ahogan! / Me quemo, ardo en deseos de lo nuevo[…]”(1976,23). Es, para este autor, como si aquello que se puede llamar felicidad radicara en escapar de lo que lo rodea para dirigirse hacia aquello que él desconoce; eso sí, la condición de dicho escape es tener a un lado a su amada, pero también es una búsqueda por ya no estar ahí, donde se pueda ver y hablar de la tristeza y la felicidad de siempre. El escape de Pound de esa vida común se puede justificar también en Retrato de una dama: “Ideas, chismes viejos, toda clase de retazos,[…]Datos que no llevan a ninguna parte; una anécdota o dos / Preñada de mandrágoras, algo / Que podría resultar útil, pero nunca usamos, / Que nunca embona en ningún lado, / Ni encuentra su acomodo en la trama de los días[…]” (1976,35). El escape, además de ser un ánimo de buscar nuevas felicidades, es un intento por deshacernos de aquella conciencia de que poseemos conocimientos que sólo mortifican y, por ende, imposibilitan alcanzar la felicidad. Contraria a esta idea de felicidad inalcanzable, está la felicidad resignada de Sísifo. Para que la concepción de la felicidad de Sísifo no se desvíe, Camus (1999) nos dice que Sísifo es feliz cuando reconoce que su mundo será el subir su roca y no el recordar lo que tenía antes de sufrir esa condena, es decir, la felicidad de Sísifo es posible sólo si todo lo que él es está puesto completamente en la actividad del presente, sin recuerdos, ni esperanzas, ni sueños. Hay otros pensamientos que surgen en lo que respecta a considerar las posibles consecuencias de buscar la felicidad, como los versos de T. S. Eliott: “Me atreveré / A perturbar al universo? / En un minuto hay tiempo / Para decisiones y revisiones que un minuto revocará”(1996,15). Ante esta visión de un mundo con personajes libres de didascalias donde también hay conciencia de que se pueden controlar todas las acciones que uno realiza, la felicidad radicaría en tener que desconocer el concepto de universo, ser tan ignorante y abarcarlo todo neciamente al punto de poder decir que se conocen todas las piedras y decir que todo está bien. Sísifo es feliz porque se nos ha pedido que lo veamos así, porque vive bajo la máxima: “Juzgo que todo está bien”(Camus,1999:159), pero la felicidad que obtiene al saberse dueño de su destino implica estar convencido de que no hay otra forma de apreciar al mundo que no sea por medio del presente. La felicidad de Sísifo, entonces, no conoce sueños, ni recuerdos, ni dioses, ni futuro; en la contemplación del presente no pueden existir más que apreciaciones simples y carentes de metáforas. Una espada será sólo una espada y la roca que él levanta sólo es la roca que él levanta, pero esta vida carente de adjetivos y extrapolaciones no es triste para él porque lo que él sabe es que todo está bien. Como conclusión, se ha intentado definir a la felicidad como el ideal que en algunas ocasiones pudieron alcanzar los seres humanos, desde la perfección de un nuevo pasito de baile hasta un reforzamiento de las formas poéticas, pero en muchos autores es más fácil notar que intentan decir que la tristeza está más al alcance, no sólo del público en general, sino de la humanidad. Quizá tomando la idea de Camus acerca de que lo absurdo y la felicidad guardan una relación estrecha, lo racional y la tristeza también guardan una. Bibliografía: Camus, Albert (1999). “El mito de Sísifo” en El mito de Sísifo, Madrid:Alianza, pp. 155-160. Eliott, T.S. (1999). “La canción de amor de J. Alfred Prufrock” en La canción de amor… Los hombres huecos, México: U.A.M., pp. 8-23. Papini, Giovanni (1971). “El hombre que no pudo ser emperador” en Palabras y sangre, España:Plaza & Janes. Pp. 118-122. Pound, Ezra(1976). en Seis poetas de lengua inglesa. México:SEP Setentas, pp.23 y 35.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario