28 de mayo de 2009
Peri Xenilia
Es extraño mirar a un extranjero: desconfías mucho de uno y otro porque pueden vender un libro por su acento o su contenido pronunciado en ese acento. Pero aquí y ahora la cuestión es otra.
Estaba yo en la nueva pendeja, es decir, en mi trabajo; hablaba en el receso con un extranjero que en repetidas ocasiones se enojaba de que otros extranjeros pertenecientes a otro país cercano al suyo habían invadido su nación y causaron más daño y matanza o tanto como el que hizo otro país importante de la guerra mundial segunda en Auschwitz.
Entonces, un extranjero de Japón sintió excesos de amabilidad con este extranjero coreano y lo abrazó para preguntarle algo que no entendí aunque estaba hablando en español. Ya lo repitió y preguntaba sobre el viernes y algo de una fiesta, a lo que el coreano dijo que no. Acto siguiente, el extranjero japonés sale hacia el baño. El coreano hace buen uso del condicional para decir que el otro extranjero no debería hablar con esa confianza por lo que hizo su país. Yo solamente opiné que no había que culpar a uno por el crimen del pasado y él simplemente dijo que era cierto pero eso no les da derecho de tratarlos como amigos. Sorbió un moco de forma agresiva y lanzó un grito de inconformidad, algo atemorizante. En sus ojos se dibujó un poco de coraje o malestar físico y apretó los puños. Dijo:
-- Permiso, debo ir a limpiar mi país.
Y aflojó un poco los puños, movió su cabeza a la izquierda un poco para que tronara y se dirigió corriendo al baño. Bueno, a paso acelerado. Sin duda quería agarrar al japonés antes de que saliera.
Tuve que ir tras él, sólo para evitar que hubiera un enfrentamiento, ya que uno sólo era diseñador gráfico y el coreano acababa salir del servicio militar obligatorio de su país. Pero cuando iba a entrar escuché un sonido brusco, seco y fuerte que me detuvo.
El coreano quiso decir nariz, no país.
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