23 de mayo de 2009

Eso, cabronas

Cada quién educa a sus hijos como puede, y los obliga a lo que se puede y a lo que es más importante, esperamos, para la famiia y no para el padre. Tal es el caso de muchos padres que al final del día les compran un churro a sus hijos. Bajé yo de un auto que me avienta de vez en cuando y, de pronto, un señor con finta de trabajar en el arduo trabajo campestre cargaba un costal de herramientas y era seguido por dos niñas cuyas edades no habrían de pasar los ocho años. Iba rápido pero se detuvo y les dijo a las niñas que si querían un churro, a lo cual las niñas dijeron que sí y el hombre sacó del bolsillo para comprarles un churro con cajeta. Acto siguiente, les dijo: eso, cabronas, es su recompensa porque hoy trabajaron, ¿eh, culeras? Pa' que luego no anden mamando con su jefa de que se portan de la chingada, hoy trabajaron mucho y si trabajan todos las van a querer, culeras. Culeras más, cabronas menos, eso dijo el señor a sus hijos. Otras mujeres y otros niños hubieran llorado o se hubieran indignado por tales palabras, pero ellas le ofrecieron de su churro a su papá, quien dijo: orita no, eso es para ustedes, ya que llégueno me tomo un alcoholito y a dormir. Parecería un estereotipo tal conversación, pero hay muchas cuestiones a rescatar de esto. Primero, las está educando para ser trabajadoras y mal habladas y a comer poco antes de dormir. Segundo, las enseña a comer churros en la nochey que, si siguen siendo culeras con su mamá, les van a dar más premios . Tercero, la forma de actuar de las niñas ante una ofensa es muy pacífica, sumisa. A lo mejor van a buscar luego un esposo que les diga de cosotas y que de pendejas no las baje. En el cruce de culturas está el problema: mientras una piensa que es amor, el otro piensa que es sumisión. Lamentablemente, no hay una verdadera forma de ver cómo termina esto

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