En una de esas voltée hacia abajo y me di cuenta de que no puedo ver mis tobillos sin hacer un esfuerzo. Eso significa que ya se debe recurrir a algún cambio de hábito o pronto estaré como estuve hace dos años. Así que lo que pude hacer fue primero ver si mi presión arterial estaba bien o no y, como se vio que todo estaba bien, salí a tirar el estrés en lugar de estar frustrado con una tesis que avanza con el ritmo que quiere. Y después, me di a la tarea de recordar todo eso que me dijeron para adelgazar, aunque realmente era para no morirme:
No comer menudo ni carne grasosa. Eso ya dejé de hacerlo, o lo hago sólo en momentos que no hay ninguna otra cosa por comer.
Más vegetales. No eso de que una tablita de color, pero cuado hay vegetales se comen vegetales.
Agua. Soy una esponja tanto de conocimientos como de líquidos, así que no.
Harinas. Culpable, la rapidez a veces pone en las mañanas un pedazo de pan y leche, y aunque intento regímenes de cero harinas, pos no se sigue.
Ejercicio. Nomás camino a paso de huraño unos cuarenta y cinco minutos del tren a mi trabajo.
Estrés. El peor error. A veces el doctor o mi Mimi me decía que dejara de preocuparme por que los otros notaran que estoy bizco, porque según eso los nervios se traban cuando siento ue observo mis defectos. Por otra parte, tener planes frustrados da mucho de eso que creí que no existía, pero por lo visto algo que me calma es el blog. Nomás lo dejé y casi casi me muero. Y cuando tuve las mejores pérdidas de peso fue porque regresó el blog. Así que para quitarme el estrés, entérese mundo, que lo mejor es el blog. Facebook se la pela, por lo menos a mí las presiones sociales y no se diga sobre los intentos de vender una pecera, son extenuantes: no escribo en el blog para ver qué me responden, sino sólo por un placer más sencillo. No me preocupo por pensar en revisar quién comenta o me lee porque todo lo que escribo se sabe que carece de grandes halagos. Así, sin la presión de un público, se escribe y se concentra en todo.
Bueno, esa es mi técnica principal para bajar el estrés, la segunda es volver a la agenda que me diga de qué me debo preocupar en cada día y en qué horarios, porque de lo contrario me la pasaré postergando muchas cosas, así que debe regresar la agenda o de lo contrario me muero.
Entonces, aunque mi problema principal no resulta ser la gordura, sino una elevada frustración sin distractores, el peso aumenta, así que veré qué novedades hay en el mundo de las dietas. Yo me quedé en eso de las dietas de ingesta calórica recomendada de que eran creo que 35 calorías por kilo para mocosos de 18 a 25, donde el metabolismo baila más que Shakira aunque se esté medio tarado o huevón para moverse. Pero ahora hay dos dietas que estan de psewudo moda
La primera, es una dieta inspirada por lo monjes tibetanos. Aunque suene a comercial de algo barato y nada efectivo, un señor de Harvard llamado Jorge Blackburn en 1971, dijo en un estudio que un ayuno a la tibetana hacía que luego de dos días ya no sintieran hambre, por lo menos, el 80% de los sujetos. Y esto, acompañado de proteínas y minerales puede ayudar a adelgazar, es obvio que el ayuno nunca ha sido para mí algo bueno, pero ya cada quién tiene su versión. de seguro, una persona con estrés de cualquier tipo no se puede poner a luchar con aguantarse el hambre, así que es una opción descartada. Prefiero otro método más radical.
Otro estudio reputado por algunos endocrinólogos que prefieren permanecer en el anonimato si es que esto no funciona realmente, es un proceso simple: dormir con ropa interior mojada todos los días durante cuarenta días. Aunque eso de los cuarenta días parece algo de sustento ideológico y comercial, es algo que suena bien:Háganme dormir por 40 noches con esta ropita mojada y verán que la pancita desaparece.
Ok, suficientes pendejadas por un día, volvamos a la tesis.
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