Pongo en el tiempo diferentes ideas, pero me duele pegarme a la realidad de que aunque yo estoy encerrado en mi mundito de azúcar y azules, el tiempo está pasando. Y estoy en los tiempos de ocio volteando a la ventana y si me asomo puedo sentirme como esos que se sientan en la ventana porque adentro de la casa les llega la temperatura de la menopausia y los achaques de vejez. Llegué a observar que el tiempo cambia porque los que jugaban futbol en las tardes ahora tienen una pelota pero están sentados hablando con sus posibles compañeras del colegio.
Hay dos cosas que me están sacando de la rutina: primero, que hay una vieja misionera católica, o sea, como que a la viejita le dio miedo irse a África y va de casa en casa vendiendo hojitas parroquials y también nopales. Diría que cuenta o con una alta capacidad de coincidencia o con ua cámara espía, pero siempre que mi puerta está abierta sea porque se está barriendo o sea porque salí a regar la sábila o incluso a dejar la basura o a hablar por teléfono, esa señorita aparece.Lo que queda es ignorarla, pero Dios nos hizo débiles y respetuosos y a ella la hizo una vieja avara y reclamona que se enoja o pide más si nomás le damos un peso o cincuenta centavos. Su misión es vender una hoja que cuesta dos centavos y la busca vender a más del 1000% de su valor.
De lo que me dice que las coss no son como antes fue que las camionetitas del pan se anuncian con la canción de soul sister y ayer encontré a mi mamá en la sala bailando tectonik porque con su neuritis ese ejercicio le recomendó el doctor para activar la circulación. Es una desgracia que yo no haya heredadoo ese sentido del ritmo, pero algún día lo haré.
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