6 de enero de 2008

Una cáscara de coco



Lo que resulta castrante es el saber de aquéllas personas que, por su sensible sentido de la premeditación y mariconería ante las revisiones de posibilidades, profetizan una idiotez tras otra con muy pocas probabilidades de que sucedan. Y algo más castrante es querer imitar la rebuscona sensatez de otros escritores para mencionar algo que en la dizque voz propia que estoy trabajando pudo quedar mejor dicho: Me cagan los miedosos.
Una cáscara de coco puede servir como tronco de adorno dentro de un acuario, más si uno va a la fábrica de artesanías cocoteras en Tecoman y pide uno en forma de changuito sin pintura o contaminante alguno. Le ponemos un poco de musgo y plantitas para que se vea con vida vegetal el changuito y con eso lo podemos vender en cerca de setecientos pesos a algún adorador de los objetos inútiles en una pecera. Pero para una persona como esas que me cagan, el miedo de una cáscara de coco se traduce en viles pendejadas, como que si la dejan en medio de la calle puede matar a alguien o ponchar una llanta, que no se debe levantar porque a lo mejor hay un cangrejo, o un alacrán abajo de él, que las astillas del coco pueden entrar en el ojo y se queda uno ciego, o la más ridícula: si la levantas te vas a llenar de leche o agua de coco.
Y en este mundo vivimos rodeados de ridiculeces, pues hace cerca de doce años me eché encima el contenido de un coco cuando lo levanté, y pese a que era más bien algo que oscilaba entre un coco loco y vinagre de coco, esta persona alimentó su sentido de prevención y el ánimo de decir lo que va a acontecer como una forma, para ella, de convivencia social.
Y es ahí que en este mundo tenemos a los que nos cuentan lo que va a pasar en la películ, que si el malo le ofrece a la buenota una lana para dormir con ella en el granero, que si el bueno toma la lana mientras la buenota se lo gana, y que si luego va a matar al soldado, y que si luego van a una obra de teatro donde no hay música, que si luego de ahí el violín se destruye, que luego le va a llegar una pelota de tenis, etcétera.
Y todo es por culpa de la experiencia, pues; ésta es la que nos obliga a predecir cosas para dañar a otros. Si no hubieran visto antes la película o supieran todas las probabilidades ante una escena determinada, cada uno tendría su propia forma de sorpenderse al chorrearse con leche de coco o ser picados por un alacrán.
Por cierto, si buscan un remedio contra el piquete de alacrán, hay varios métodos de rancho, pero por si las dudas llévelo al médico también:
Se mantiene la calma del paciente para que el veneno no huya por todo el cuerpo, se navajea una cruz en el punto del piquete, pero no católica, sino una equis, para que se pueda chupar la sangre que salga junto con algunos rastros del veneno. Después se aplica ajo machacado en la herida y se le da al paciente agua tibia.
Para cuando esto suceda y si usted tiene ya años en un terreno abundio en alacranes, usted ya tendrá en alcohol remojando por mucho tiempo unos cuantos alacranes y el alcohol ya estará amarillento o verde según el grado de reposo y veneno que tenga. frote con este líquido el punto de la picadura, dicen que con esto ya está, pero sabrán los ancestros.
Se hierve agua, en un calcetín se pone un cerote y éste se pone en el agua hirviendo a manera de talega, se toma el agua, obviamente ya medio tibia a no ser que además de envenenado se quiera quemar la boca, y se chupa el calcetín como algunos acostumbran hacer con las bolsas de té. En la teoría, el que toma esto suda el veneno, o las bacterias debilitadas del cerote ayudan a la producción de anticuerpos, sepa la marrana.
Y finalmente, aunque este no es un remedio, hay ocasiones en que el que se muere es el alacrán. Dicen que porque la persona tiene anto, otros que porque ya no es virgen, otros que porque tiene genes de cucaracha, otros que porque comen mucho chile y té de árnica, otros que porque son unos cabrones que merecen morir, supongo que eso depende de las creencias del pueblo.

Y si buscan otro tipo de remedios naturales, mejor pregunte a alguien que no se sienta herbodependiente.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario