18 de enero de 2008
Manuel...
No entiendo, los buscadores me han traicionado y ya no traen a gente con intereses muy peculiares...
En fin, al regresar del ajetreado día infructífero sólo me quedaba ver el montón de lugares por los que pasa mi camión pero no he pisado. La mayoría lugares ya cerrados o puestitos donde los huevones y acomodados se ponen a cenar un dogo o un biónico o unas papas a la francesa o, ya de plano, unos tacos y un churro relleno. Pero lo que yo esperaba es al peculiar intelectualoide de camión, que a veces se sube hablando con otra persona conocida pero en verdad ya no le habla a ésta, sino que grita su discurso a los asistentes del camión con elementos que lo llevan desde una guerra de petróleo y controles del mundo hasta explicar, dado que no controla las extrapolaciones, por qué el borracho de su pariente le hacía comer pasteles de mandarinas.
Pero en fin, este personaje no subió hoy, pero todavía recuerdo sus gritos como si quisiera cambiar el mundo que le rodea de la forma más fácil y jalisciense que tenemos: decir que el mundo esta jodido y lloriquear hasta que otro pasajero actúe por él. Así que me puse a ver las peculiaridades de estos letreros que generan dinero a los puestos: Primero va el negocio y luego el nombre del dueño o un nombrecito amigable o alegre, quizá alusivo a una canción o a una parte de un poema o a un encabezado de periódico o a una película, y los que más se atreven ponen un súper o gran o sensacional antes del denominador del puesto. Todos extrañan, o por lo menos los que saben de ellas, la originalidad de las pulquerías porque nunca avisaban que vendían pulque y sus títulos eran más similares a un "acelérele chofer" y uno se tenía que acercar a ver qué demonios vendían puestos con nombres como: el sarape del compadre o la casa de la abuela.
En fin, en esas andaba cuando noté que nunca he visto un puesto que use como nombre Manuel, quizá por la mala fortun a que impone este mismo nombre: se puede ser un ganador siempre y cuando la suerte no tenga que ver con dinero... Por eso no hay que ponerle al hijo como al padre o el abuelo, mejor Telémaco
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pero, en serio, ¿qué se puede hacer con la cáscara de coco?
ResponderBorrarBrassieres.
ResponderBorrarBienvenido a los circuitos porno.