23 de abril de 2010

Simón dice:

Cartagena, noviembre 27 de 1812:
Los códigos que consultaban nuestros magistrados no eran los que podían enseñarles la ciencia práctica del gobierno, sino los que han formado ciertos buenos visionarios que, imaginándose Repúblicas aéreas, han procurado alcanzar la perfección política, presuponiendo la perfectibilidad del linaje humano. Por manera que tuvimos filósofos por jefes, filantropía por legislación, dialéctica por táctica, y sofistas por soldados. Con semejante subversión de principios y de cosas, el orden social se sintió extremadamente conmovido, y desde luego corrió el Estado a pasos agigantados a una disolución universal, que bien pronto se vio realizada.
Mirá, hijito, que en esta carta se habla de una moraleja que supera a las de la tele, apaga ese motorcito de vídeo que traés y ponéme atención
Antes había dos sopas: el pan de España o el pan de la nueva Patria. El de España tenía saber por todos lados, y la nueva Patria apenas cocinaba para unos pocos pero se refinaba cada vez más.
Una de las cosas que dañó esta cultura, fue la tolerancia, entendida ésta como un sentimiento de aceptación que se le daba al que queríamos eliminar, que eran los hornos españoles.
Ahora sabemos que la tolerancia, en tanto reconocimiento de las diferencias, no es sino otra forma de decirnos que hay un otro que nos vamos a obligar a soportar con buena cara porque ya no se nos permite hacerles calzón chino o mejorarles la raza o hacerlos que funcionen a golpes y tehuacanazos, sino que nomás lo debemos dejar vivir en paz porque la ley lo protege. Algo así como hacer camiones exclusivos para mujeres o bares exclusivos para gente de salarios mínimos. Pero volvamos al momento en que el salario ni siquiera era un gran tema de discusión.
La tolerancia era y es un intento por hacer que los ajenos a nuestras creencias se incorporen pacíficamente a las libertades que queremos darles a todos. Actualmente nomás se les da a sectores excluidos y éstos van ganando derechos pero muy poca asimilación por parte de la comunidad, como es el caso de las mujeres que trabajan, o que son tachadas con miles de peyorativos casi como en otros lados se decía entre lazos de sangre que los ecstranjerillos tenían cola y narices grandes que escondían bajo una nariz pequeña que en las noches de luna llena se rompían.
Pero en ese momento, la tolerancia no fue una opción: les decías que los matarías o afectarías enormemente si no se rendían y ponían bajo el nuevo régimen sus recetas españolas para el bien del pan nacional y, por la idea de tolerancia, les dabas un plazo para rendirse. Pero ellos, con experiencia de colonizadores y tradiciones más despiadadas, no se dejarían tan fácilmente, lo que resultaba en muchas ocasiones en una revuelta llena de tácticas. Simón decía en esta carta que no se les preguntara ni nos detuviéramos a pensar que son humanos, sino que deberíamos ser intolerantes porque la paz sólo estaba en el aire. Y si desde entonces hubo menos pérdidas, la conversión fue mayormente un éxito.

¿Cómo es, niñico, la tolerancia ahora? Ahora es el regodeo de los políticos, pues es su manera de hacerse pasar por filósofos, por fingir que sus soldados son verdaderos sofistas y que sus policías, esos que gustan de no esquivar el soborno con la frase introductoria y proyectiva de "eso que hace está mal", son oradores que detestarían mandar a un semejante a la cárcel por ser el grupo en tolerancia que no se ha adaptado.

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