La única guerra que vale la pena es la que se da entre dos amantes (por un tercero).
Sería de estúpidos decir que no hay lógica ni razones, que toda guerra sólo destruye y la que se da entre dos amantes no es la excepción. A nosotros nos valdrá madre esta guerra hasta que sus revolcos y abrazos nos afecten nuevamente, hasta que repudiemos los clichés y derrideos: haz la guarra, no la guerra; ama la mazorca salvaje en que el más leve roce es el brutal manejo de un chofer de taxibuses, el primer grano a los dioses y los aplausos para la francesa de circo cuyo cuerpo huele a tortillas.
Santiago de Querétaro (Si de algo termina por importar), 22.03.07
No hay comentarios.:
Publicar un comentario