7 de abril de 2010

Vacaciones: Las fiestas (3): cosas que no se dicen

Es un placer mayor el de pensar antes de cagarla en grande por Internet, pero esta posibilidad es menor en una conversación en vivo. Un hombre podrá pensar y revolverse miles de veces en el presupuesto de qué habría pasado si hubiera escrito "Siempre tuve ganas de agarrarte las nalgas y lamerte todo" en el Facebook de todas las personas con quienes tal haya sido la emoción verdadera.
En fin, acá en vivo se dice y se pregunta sin pensar en las consecuencias. Lo bueno es que mis comensales son tolerables con todo tipo de temas y por eso la comida fluyó como debería. Si todo en el mundo terminara como the big bang theory, el mundo sería mejor. Pero estos invitados sólo cierrran su portal de tecnología, se despiden, hablan del futuro reencuentro, y salen, dejando a todos los demás sin la música de the Who o sin hablar de sobre qué hablan en su refugio..
Lo interesante de las fiestas es cuando no resultan como se esperaba: Quería que limpiar la casa valiera la pena y con esto viene el punto en que uno intenta reconstruir el origen de cada defecto que encuentras en tu casa.
Nunca recuerdo qué es lo que hace una mancha en el suelo y lo mejor es que nadie lo recuerda tampoco, ni sabe quién tiró los palillos al bote de agua de trapeador, ni sabe quién rompió el vidrio en el pasillo o tampoco quién bebió de más. Es un placer casi a manera de CSI el limpiar nuestra casa después de una fiesta, y recordar las situaciones que se plantearon y de quién se habló, pues siempre se habla de alguien o de algo, como los temblores, los padrecillos pedófilos, los emos, los haitianos que siguen en el espectáculo, lo del tipillo de Juanacatlán o lo de la señora madre de Paulette o de lo último que se vio en Youtube. Lo que no se dice, a no ser que los emborrachemos, es su verdadero sentir. ¿Necesitamos siempre del alcohol para quitarnos el vello de Maya? esa pestañita que nos estorba en el ojo.

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