5 de junio de 2007

Hacia Arandas

Sí, ya sé que este viaje no es muy reciente. Ha de tener ya casi un mes de viejo, quizá un poco más. Lo que lo hace especial es que, en esta ocasión, mi historia no puede comenzar conmigo bajándole al baño porque simplemente ese día me levanté más temprano de lo acostumbrado y mi vejiga no quiso soltar más temprano. El lector se ha de preguntar para qué íbamos hacia Arandas, quizá necesite decir que amanecí con un almohadazo de los que se causan por dormir con el pelo mojado y otros menesteres que aclaren la curiosidad del lector. Hoy me siento sentimental y complaceré sus dudas, pero que conste que les dije que mi vida era aburrida. Por suerte hay fotos del asunto, por lo menos unas cuantas. Todo comenzó un sábado cercano a la boda de mis padres, cuando recibimos la visita de mis primos y sus padres, quienes viven en Arandas desde hace ya un buen rato. La incomodidad que siento en esos momentos es que, durante su estancia en mi cercanía, tiendo a confundirme porque mi tío y mi primo responden al mismo nombre que yo. Y en esta visita le preguntaron a mi hermano si él quería ser su padrino de primera comunión. Es por eso que ahora íbamos para allá, el mismo día en que se iba a primeracomuniar mi primo, a llevar al padrino. Desde un día antes habíamos arreglado las maletas porque planéabamos quedarnos una noche allá para regresar el lunes y arreglar los desperfectos o problemas que dice mi tío que suceden con su máquina, así que, desde temprano, al ritmo insípido de un motor de tsuru, nos preparamos lo más posible para no vernos tan feos después de dos horas de viaje. ¿Cuál era la altura sobre el nivel del mar? ¿cuántos pedorros escupió el último centro del INEGI como estadística de aquél poblado? ¿era realmente un poblado como Cajititlán? Sé que mencionar que una vez escuché a una colombiana, cuando le preguntaban cosas acerca de sus tierras, defender a su pueblo cuando dijo: "Si no crean que acá andamos en taparrabo" no mostraría lo ignorante que puedo ser respecto a una ciudad lejana. Si me hubieran dicho acerca de la proliferación de la arquitectura barroca manuelina o baduelina, como me dijeron en el viaje a Querétaro, lo hubiera creído. Sé que esto no es importante para ustedes, señoras, pero de lo que menos tiempo tengo en estos momentos es el de elaborar una entrada graciosa. Ahí perdónenme, en este capítulo sólo diré que nos levantamos temprano, unos sebañaron ese día, yo en la noche anterior, mi mamá preparó unos sandwiches y en cierto momento me tocó ser el último en salir del cálido hogar hacia ese espacio chiquito y frío que llamamos auto.Todo arrancó bien, se hicieron el último chequeo y entonces quité el último rastro de saliva seca de mi cara.

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