23 de febrero de 2007

O... Om Católico

En aras de apoyar a la memoria, bueno, a mi memoria, hablaré del OM católico. Sí, puede existir tal aberración, quienes no lo puedan concebir dejen de leer blogs y, honestamente y por su bien informativo, pónganse a leer un libro. Om católico es una palabra que genera culpa pero no es en sí una mujer. Sólo falta pronunciarlo para generar una a partir del sonido. Es la unión de todo un pensamiento y su manifestación, es tu aliento sobre el cuerpo de una mujer, es lo que intentamos callar con la flagelación de los cuentos infantiles. He escuchado el río, su sonido que genera, el que me duerme para que sueñe con siete vacas bovinófagas, es la calma del movimiento lo que escuchamos, pero OM puede detener al río o amortiguar una caída. Om y las ropas caen, Om y flotan como si se detuvieran en la piel revelada. No es una estructura ausente, no es un sonido que se detiene entre mujeres reales. No es cerrar los ojos en el tren ligero y adivinar si sigue a tu lado. No es el aliento que precede a limpiar los lentes, No es decirlo a una almohada y convertirla en carne. No es explicar un misterio Zen o una palabra que explica el origen de la soledad. Es la palabra que engendra otros cantos
Emiliana es como una hermana que nunca, nunca dice que no, Emiliana tiende su mano a cualquier hermano trabajador, su sonrisa es como la brisa por la mañana en que alumbra el sol. Si no fuera por Emiliana Nos quedaríamos con las ganas... de tomar café, de tomar café.
Es un sonido que no sólo yo puedo causar, sino el que también percibo porque alguna vez lo he pronunciado. Puede ser el canto perreado de una bailarina o el sonido de una naranja que cae. Es el sonido que te dice que ella está mirándote y tu tropiezo no ha sido en vano. No es la mujer, no es el deseo de ésta, es la unidad que usa un perfume que nunca entiendes. Es una gardenia que descifra tus malos acordes, un asfódelo que está bailando en el exhibidor.
¡que vamos pa' mi casa! alla voy ¡que sube la escalera! y la subo ¡que métete en el baño! y me meto ¡que quitate la ropa! y me la quito ¡que báñate Manuel! (¡¿Bañarme yo?!)[...]
Om es la palabra que plantea tus dudas, el cantar a la decepción que no ha llegado, el vaivén de una carreta con alegre paso, una orden de María Cristina o de María Gamesa. Es el eco de los que te preceden, es las sombras que siempre has visto. Es el niño que le teme al silencio. Una voz que hace que alguien menée la cola. OM...

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