14 de febrero de 2007

Pornocracia (3)

Eterno, como la prostitución y el gobierno. Imaginemos a una puta como presidente, que tuviera atributos latinos y que a todos llamara la atención (se sabe que es algo imposible, ýa que conozco a gente que las prefiere rubias como resplandor del sol en pasto seco y rosaditas como jamón de pavo), vestida de reina, quizá, o con un escote de la selección mexicana y un latiguito de palo fierro y ocote como cetro, posada sobre un equipal y, a su derecha, una mesa con una botella de tequila y un caballito que tenga grabado "Presidencia de la República". En cierta forma, nuestros gobernantes, como ya había mencionado, serían una nueva forma de realeza, casi una Paris Hilton que podría hacer el ridículo con nuestro consentimiento en otros países, no como los actuales que viajan a Londres para aprender a cuidar el ambiente y, dos semanas después, no han mejorado nada y han puesto sus ojos en otro lugar. La ventaja que vería a una pornocracia, es que, a diferencia de abogados, juristas y otros profesionistas que están en el gobierno, la prostitución sí es exportable y, en otros países, objeto o razón de turismo, sobre todo para los que buscan someter a la figura latina y para los mismos latinos, finalmente nos podríamos deshacer de los gobernantes porque éstos son diferentes a los de otros países. Respondiendo a una pregunta hecha anteriormente, se sabe de antemano que un pueblo tan moralista como el mexicano y con figuras políticas tan destructivas como las que tenemos ahorita, no se quedaría con las manos cruzadas al ver un modelo pornocrático de gobierno, eso de creer en Churchill y su país que nunca ha tenido altibajas en la forma de gobierno, los hace sentirse amenazados cuando hablan de una nueva forma. Al fin, son gobiernos y sabemos que todos tendrán errores...

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