18 de octubre de 2006
ok, quién le dio cuerda al negrito bailarín.
Ni sé que es un bombín, pero cualquiera puede tener un claver en el ojal y portarse mal.
Ahí está mi homenaje a cri-cri. Y las últimas entradas, aparte de haber agarrado un aire de velocidad al estilo del romanticismo y andar escribiendo con el puro Sturm un Drang, casi actuando en esta escena, señores del jurado, están atiborradas de estas canciones sosas que todo mexicano recuerda. Desconozco qué más haya en esta caja de crayones. Hay, a lo mejor, una taza de té y una discusión de bobby y la pobre bobby, o es sólo una pasión por fijarme en los peinados de las personas y por eso preguntarme cómo es que se peinaría la cantante calva. No o sé, pero estoy enfadado, quisiera que el mundo fuera simple de nuevo, un simple sí o no, saber si debo llevar una corbata o un moño, pero, maldita sea, ya no puedo hacerlo. Hay voces de otros lados, mis sueños ya no son los del niño que sueña con caníbales, ahora sueño con trámites burocráticos y con la caída de mi troya. Me he despertado riendo, imaginando en escena a Berenger, a Jacobo poniendo un huevo en un escenario surreal, con inodoros en lugar de sillas. Quisiera moverme, sacar todo lo que se atiborra. De nada me sirve leer si no hay una reflexión. ¿por qué tuve que aprender esto a la hard way?
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