18 de octubre de 2006
Te separo o no hay trato
Pobre del siamés. Quisiera hablar de aquello de lo que nunca hablo, de un libro negro, pero no hay material para hacerlo. Tanta es la violencia del hombre que temo soñar con caníbales, me da miedo cerrar los sobres, abrir otra ventana, hablarle a alguien menor que yo, el trabajo en equipo deja algo por desear, querer callar al otro para trabajar juntos, apagar la luz porque sabemos que no habrá movimiento, que el juego de ajedrez quedará para la otra ocasión, que en mi sueño ya he tocado la sentencia de un alfil, que habré perdido porque mi oponente no sueña en tocar las piezas y moverlas, sino en matar un dragón...
Y la violencia sólo entre sueños, en una almohada babeada y un niño lleno de fiebre, en una amilamia que no sabe de Sherezada, que sólo fuma en una silla de ruedas y no pide una tregua a su abuelo impúdico. Casta Güey las mémoris, que no les quede nada de lo que podamos arrepentirnos, que el nido del cuco arrulle a billy, que no lo dejemos bleed.
Perdón, señor Psiquiatra, si no me entiende, habrá una época en que yo dejaré de ser lúdico y me dedique a hablar de mí y no de lo que soy antes de reír el sueño, pero por hoy sólo tengo que pagar la hora de internet. los pecados le llegarán después vía mail.
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