18 de octubre de 2006
Pad, pad, cantaba la rama
Pues en estos momentos me doy cuenta de que llevo mucho rato sin escribir en forma de poemas, y de prosa, en categría cuento, ando igual.
La razón es que hay un bloqueo, de esos que dicen que les da a todos los escritores, porque la palabra no sale con rapidez o no logra ser certera, como si en un puestito de feria ya no se pudieran reventar lo globos aun cuando sabes cómo apuntar y lanzarlos. A lo lejos alguien se casa, uno recuerda todas las imágenes que tienen que ver con una novia, algo azul, algo prestado, una señora haciendo frijoles con manteca de cerdo y chile de pintar, una diadema de laureles, un abrelatas, el séquito de plañideras, una rama cantando...
Ya ven eso de la homeopatía, eso de rasgar el velo del bolo para sacarle el arrocito en analogía a que no te va a tocar disfrutar de la novia. Pero dicen que es símbolo de fertilidad. Sea eso, pues...
Ya sé, seamos incongruentes en cada entrada, por lo menos mientras encuentro un personaje con I de Inspirable. Hablaré de una rama que canta y se entierra en la frente de un caballo. ahí está, beban su unicornio antes de que la aceituna se caiga...
No, dejaré las reflexiones de incongruencias para otra ocasión, y dejaré mis teorías de la rama dorada para cuando tenga algo interesante por ejemplificar. Sigamos hablando del bloqueo.
Sí, ya sé que todos han hablado del bloqueo y lo han hecho mejor que yo, yo me limito a decir que estoy bloqueado y que no recurriré a maestros grandes para decirlo.
Es cierto, a veces, por el rigor mortis que los académicos piden en el escrito, se debe de estar citando cosas, sobre todo si se está estudiando la simbología del color fuschia en un cuento chino, pero hacer eso en este blog me resulta algo idiota, como si necesitara la aprobación de alguien para seguir escribiendo. Por si no me entendí, intentaré explicarme lo que digo:
El ejemplo que me quedó de lo que dije en el DF: don Colón hace de América una tierra en abundancia en forma emperada, de pezón, para conseguir una palmadita más de los reyes, y desde ahí todo fue un caos entre ver quién merece la siguiente palmada.
Uno más actual, presumir que se tiene un proyecto para que el emisor reciba algo del receptor, lo que le ayudará en el futuro en el mundo social. El fracaso de la ciencia humana parece haber comenzado desde que alguien pidió a otros que lo alabaran y, éstos, lo hicieron.
El otro, es decir algo así como: mi maestra me dio un beso a la salida. A nadie le importa, a no ser que la maestra sea alguien conocida, como una vaca sagrada. Y en ese caso, no sé de quién sentir más pena, si del que presume que tal persona le estrechó la mano o del que se siente un gurú y no se harta de dar bendiciones al calor de una cerveza o un agua de horchata.
Señor Psiquiatra, dígame cuándo usar el bisturí...
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