25 de octubre de 2006

Abrelatas

Pues, hasta el momento, no me llega ningún personaje cuyo nombre comience con I, En serio que no es pretexto para llegar a la J, ni estoy rehuyendo de la K, simplemente, no hay nadie, en mi base de datos, cuyo nombre comience con I. Se me ocurre que igual puedo hablar de la Isabel y su honni soit qui l'y pense, pero no se antoja hablar de una realeza de tal tipo. Me da flojera ver lo que prometí en la entrada anterior, por lo que no me acuerdo de lo que les iba a hablar, tenía que ver con algo que le comenté a una compañera, que México no estaba listo para la guerra, no ahorita. Por lo menos, Jalisco es débil, sólo tiene a los que gustarían de explotar en violencia sin importarles contra quién, pero no hay gente que esté dispuesta a defender su México. Eso era importante antes, recuerdo que en primaria me hicieron odiar a los conservadores hablándome bien de los liberales y diciendo solamente que los conservadores eran masones, nunca vi por qué abogaban los conservadores y ahora ya no me interesa hacerlo, pero debió, al igual que en algunos de los liberadores, existir algo de inteligencia despegada del interés por el dinero. Imaginemos que hay ahora una guerra contra méxico. Somos como cien millones y de esos unos 30 son hombres que están en condiciones de pelearse con otra persona en cualquier cantina, de pelearse contra alguien igual a él. No sé si haya una bodega de armas, pero todos tenemos una silla en la casa y la gasolina, aunque cara, es accesible. Sin duda perderíamos contra cualquier ejército porque ochenta años de tranquilidad burguesa nos ha calmado con televisión y muchos otros lujos de riquitos. Lo que asegura al país que hay soldados es algo en lo que muy pocas veces nos ponemos a reflexionar: el servicio militar, esa cartilla, nos dice que debemos defender al país en caso de guerra, y negarse es ir a la cárcel. Vean a los que han ido a registrarse para el servicio, son los mismos que vemos con sus amigos en el billar, los que después de seis horas de trámite militar se fueron a desayunar tacos o algo más, niños que tiran basura en la calle y carecen de instrucción. Lo único que les salvaría en la guerra, más allá de pagar una multa algo grande o ir a la cárcel, sería su deseo de volver a ser niños. Perderíamos la guerra porque no tenemos gente que sepa pelear contra ejércitos, perderíamos porque preferimos atacar ánimos en los blogs antes que irse a formar militarmente, si somos fuertes, nos hace falta saber por qué peleamos. Esto lo digo, así de redundante, para que no lo lean, saben que igual podría refinarlo y dejar de repetir que vamos a perder y decir que es por que no tenemos un amor a la patria, y para qué defender algo cuyo concepto no conocemos, para qué meternos en política y decir que no tenemos tiempo para atender a los que necesitan de nuestro conocimiento, para qué decir que perderemos ante cualquier ejército que tenga una razón en común por la cual pelear. No me malinterpreten, yo no puedo golpear ni a un insecto sin sentir remordimiento, pero no tengo nada en la vida que valga realmente la pena defender, el amor caballeresco y las manipulaciones no me afectan como antes, gana el hastío, la abulia y la apatía, para qué pegarle a alguien, sé que no soy libre del dolor y que nunca lo seré, entonces para qué dolerle a otros. En pocas palabras, si vieron la de Gladiador, el primer discurso que se tiene es un "imagínense que ya están de vuelta", y eso no nos sirve como una razón para pelear, porque sabemos que al volver todo será igual, tendremos que trabajar para vivir; la promesa de más a mí no me sirve porque sé que para vivir necesito menos de lo que tengo. No es conformismo, es la realidad, perdón por no alabar los placeres que disfrutan, pero lo que facilita la vida es lo que le quita lo interesante

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