17 de mayo de 2007

hablar...

Que les hable de los viajes, que pueden ser divertidos, dicen ustedes... Que les hable de Querétaro... y que no use puntos suspensivos como... si estuvieran de oferta... ... como si fuera un escritor... novato... que no entiende todavía... las características del braquiloquio... que hay silencios en esta vida, tan incómodos... ¡Yo no sé! Pero la ciudad a la que llegamos, ese Querétaro, es distinto en mi historia al Querétaro que algunos lectores también presenciaron. Ahora sí que, de plano, ese viaje fue como si todos lo hicieran por su cuenta, solitos con su soledad en diminutivo. Y lo poco que se hizo, en cierta manera, juntos no vale la pena recordarse siquiera Pero todo comenzó, nuevamente, con un cheque que no salía y que retrasó nuestra salida, después una cooperación para terminar de pagar determinada cantidad de dinero y un arranque en el que algunos durmieron, otros cantaron, otros platicaban, cada quién en lo suyo. Que se rompieron reglas, es cierto. Pero el problema no fue el romperlas, sino que todos los que iban en el camión estaban tan separados unos de otros. Sigo preguntándome qué hay en común, pues las edades y circunstancias que rodearon a cada persona no eran parejas. Paranoia y apatía no son una buena combinación, pero fueron cinco, casi seis horas en que esta combinación estuvo reaccionando. Ya pasó, señoras, ya pasó. Y luego, la separación primordial, como quien dice, cada quién para su sitio y arréglense. de ser uno de veintisiete, fui uno de nueve, luego de diez, luego de once, luego de diez, y, finalmente, de once. No era mi turno ser el cuidador de cada uno, mi responsabilidad ante los otros era nula, tal y como se puede dar en un viaje donde todos son adultos ya. que hubo tiempos para amistades antiguas, para amistades nuevas, para nuevos compromisos y para besos que, si bien sólo fueron retardados (en tiempo y no mentalmente), fueron negados a su debido brote. Podría hacer chistes a partir de lo que sucedió, Pero no veo el caso de decir mi versión por este momento, como hablar de cómo busqué una mochila en el mercado, de cómo visité distintas escuelas y templos, de la cruda mental con que amanecía pese a ser el único sobrio de todo el grupo, de cómo no volvería a subir a un camión en aquel estado, de la búsqueda de cervezas cuando se cierra la venta legal, de otras cosas que me acontecieron. He hablado de menos, pero lo suficiente para querer seguir hablando. Si ese es el caso, espero no aburrir a la concurrencia...

1 comentario:

  1. mmmm, suena a que tuvo miedo a divertirse...
    ...
    ...
    ... .... ... ..... ....

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