13 de diciembre de 2006

¡Hasta que hablas del texto!

Qué ruido tan triste el que hacen dos cuerpos cuando se aman -Luis Cernuda.
Y de esto sólo puedo declarar que resulta divertido jugar al diseñador de vez en cuando y observar las porquerías que resultan cuando se dé click en 'Publish'. es decir, no sé cómo aparezca el cuadrito maldito que dudo que se vea chido, pero la intención era ponerla y que los lectores se den cuenta de que yo nunca hubiera dicho algo tan sublime. Lo que queda, entonces, por decir, es aquello que a algunas personas llegué a decirles: así como hay gente que no sale de gritar: "ÁNIMO MOY" y silbar como Pepe el Toro, debo reconocer que, en preparatoria, tenía una afición que, al parecer, ha ido desapareciendo: el-ca-be-llo-re-co-gi-do. Sí, no es el secreto de la vida eterna (ése se los debo), pero es hora de no ponerme a burlarme de otros por sus acciones y reconocer que mis acciones son más apáticas. Hay algo en el cabello cuando está amarrado que no sabría describir, pero pese a que, casi siempre, es el mismo tipo de nudo, el cabello no queda igual nunca. Esta afección por el cabello recogido no llegó al grado de golpear a mi mejor amigo por quitarle a una niña, en el receso, la dona con que sujetaba su cabello(ya hay cuento, escritores, así que primero investiguen esto antes de usar la historia no sean ojetes), pero recuerdo que, en muchas charlas donde ellas soltaban su cabello, yo perdía el interés. Y de alguna forma me recuerdo, en la onda esa de la psicología inversa, diciéndole a algunas personas que me gustaba cómo se veían con el pelo suelto, pero dejé de hacerlo porque todas lo presumían y movían con más fuerza en lugar de recogerlo. Bueno, la entrada era para ver cómo quedaba el cuadrito de los versos que nada tienen que ver con esta entrada. era hacer esta confesión o hablar de la poética del agua de papaya. señoras del jurado: nohate quilhte...

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