7 de marzo de 2007
R... Raphaella
Entre el montón de nombres que pude tomar, escogí a esta persona por no ser una persona, sino casi un pensamiento en el personaje principal, como Dulcinea del Quijote o Susana San Juan de Pedro Páramo.
Raphaella es el ángel de un ángel que decidió deshacerse de su armadura para evitar que una niña muriera, Das ist alles. Si quieren saber más, vean esa obrita de Wim Wenders, muy parecida a City of angels, pero más bonita. Lo interesante es que Raphaella es una amada ausente físicamente, pero en la que se piensa siempre como si estuviera cerca. Dado que esta amada no es realmente humana, sino una existencia certera de otro nivel dimensional, lo que nos vale de esta situación es que Raphaella existe porque queremos que esté con nosotros para que podamos contarle algo.
Sí, esto suena a ñoñada por parte de mí, pero visto de otra forma, como un ángel que, no pudiendo intervenir, sólo se limita a mirar lo que sucede mientras frota sus alas, realmente inspira miedo, ya que, en una concepción Wenderesca de Raphaella, actuamos sin pensar en ella pero ella ahí está, observándonos, cada uno de nuestros movimientos es percibido, todo pensamiento que podamos formar es recibido por ella también, se ríe cuando nos cortamos un dedo y el dolor es algo nuevo, cuando probamos un plato de frijoles y la sal es maravillosa en cada cucharada, nos mira cuando estamos en el baño apreciando la textura del papel sanitario y cuando detectamos ahí ese olor a hierbabuena que, posteriormente, sabemos que es manzanilla. La verdad es que ahí está ella, en todo lugar, en todo lo que nos sucede cuando es nuevo, hasta que se harta de observarnos. Y el dolor de esta persecución es cuando nos deja así, ante los demás, hablando solos, como un Columbo que espera que le traigan un hot-dog.
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