Me pedís, Clara, que te hable más de mi posición ante esa película mala y que no me queje de tales emociones encontradas entre cácaros y boleteras, que deje a un lado el hecho de que les pagué por sonreír y que hable acerca de los precios. Me pedís mucho, Clara, pero acabo de entender que este planeta me ha creado sólo para explicar y el resto de mi existencia es algo vacío si nadie me evoca.
Es así que hablaré más de una película, pero mi comentario se uniría a otros que escuché recientemente y sólo os hablaría, Clara, de que los actores gritan demasiado y la cámara ayuda demasiado a cubrir su mala actuación. Cuánto trabajo habría en el sonido, esperando que la voz se hiciera más masculina para razones que no sabemos. Ecos, reverberaciones, gruñidos de animales que no existen, historias míticas que toman vida en la pantalla, las narraciones que nos orientan a estar de acuerdo con los seres que matan a los de su misma sangre por alcanzar su perfección, a tomarle cariño a los seres más fuertes, comedores de gatos, defensores de su tierra hasta la muerte, más por un dogma que por una ideología.
Y un grito de batalla que muchos de los espectadores han de haber repetido al terminar la película para buscar identificarse con los demás que vieron la película. Le dieron al niño un nuevo chiste local que tarde o temprano nacerá entre los que vieron esa misma película.
Algo que es completamente bélico y responde ante todo con guerra, fin del argumento, algo de percepciones de perfeccionismo y es hora de una nueva película. Quizá convenga llevar sólo soldados a la guerra, sin escultores y herreros o, como por ahí se les hace llamar en los ejércitos, milicia. Pero de qué sirve un país poderoso con el que se nos pide estar identificados. ¿Cómo, Clara, tú, la de la estética de la percepción, crees que han aceptado este tipo de escenas los mexicanos, nosotros, que nos sabemos, gracias a la televisión y otros medios de información, como seres imperfectos?
Así es, Clara, no he de negar que hay algo de calidad en distintos ángulos y combinaciones de colores, quizá dos o tres escenas, pero la trama no ayuda al placer de ver la película, no hay mucho que me aliente a seguir los hechos violentos a partir de historias que se cruzan hasta el punto de volverse simples, de volverse anécdotas de una pelea. Si te gustó la película, Clara, no te tendré en menor estima.
Qué más he de decir que no se pueda aprender por uno mismo...
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